Capítulo 5 - Lady Gaga es mi mayor apoyo

Capítulo 5 - Lady Gaga es mi mayor apoyo



La adolescencia es esa etapa de la vida tan complicada para la mayoría de las personas. Es esa edad en la que uno se descubre y ve lo que le gusta y le deja de gustar. Es cuando empezamos a florecer y tanto nosotros mismo como nuestro entorno empieza a conocer la verdadera identidad de cada uno. Un momento clave en el que la gente se forma y forja la personalidad que le acompañará para siempre.

Pero este es un tránsito complicado en muchas ocasiones, y no porque nosotros lo queramos, sino porque hay gente que lo hace difícil a propósito. El acoso, el abuso y el bullying son desgraciadamente vivencias que la mayoría vive. Y aunque mientras se viven parecen un infierno, no dejan de ser un aprendizaje. Algo que debe servir para hacerte fuerte y avanzar, sin ningún temor.

Tal y como hizo el protagonista de la historia de hoy, quien ha preferido mantenerse en el anonimato.


LA HISTORIA ANÓNIMA:

Yo siempre fui distinto a los demás. Mientras todos hablaban de chicas, lucha libre y fútbol, yo solo me juntaba con chicas y me gustaba Lady Gaga, las barbies, las Cheetah Girls, bailar… A los ocho años me di cuenta de que me gustaba mi mejor amigo, era homosexual. Tan sólo lo sabían mis mejores amigas, y decidí contárselo a mis padres que, lo aceptaron con mayor normalidad. Siempre buscaron mi felicidad; no obstante, me dijeron que no se lo contase a nadie, pues la sociedad no estaría preparada. De haber sabido lo que me vino después, quizá les tendría que haber hecho caso.

Cuando tenía 13 años, a una que se hacía llamar “mi amiga” le conté que era gay, y ya os aseguro que fue horrible salir al recreo y notar cómo todo el mundo me miraba y me señalaba. ¡Parecía una escena de una película de adolescentes americana! Gente que apenas conocía de nada, noté cómo se reían de mí, y mis mejores amigas me preguntaban que si eran ciertos los falsos rumores que decían que yo me había acostado con tal chico. Fue a partir de ahí cuando comenzó mi pesadilla.

Los chicos de mi clase me dejaron de lado por completo, sólo seguía teniendo al que era mi mejor amigo de la infancia. Pasaba los recreos solo cuando mis amigas no estaban. Se reían de mí cuando no había profesores delante y se burlaban de mí cuando no estaba, hasta tal punto que las monitoras de comedor hablaron conmigo y me dijeron que, o hablaba yo con el director, o lo harían ellas, porque yo no tenía por qué ser su juguete.

Llegaba a casa destrozado cada día, pero tenía que entrar con una sonrisa porque no podía dejar que mis padres se diesen cuenta de cómo estaba. Me encerraba en mi cuarto y sólo quería llorar. Entonces, sin saber cómo ni por qué, la música de Lady Gaga me hacía sonreír. Conocí a la cantante, y me encantaba, pero desconocía ese poder sobre mí. Así que empecé a investigar más sobre ella, y cuando me quise dar cuenta, ya era Little Monster. Era la única persona que me hacía sonreír cuando yo sólo quería llorar.

Pasó el tiempo, y las cosas fueron de mal en peor. Tuve que aguantar cosas como que ningún chico se cambiase de camiseta hasta que yo saliese del baño después de Educación Física, mientras todos aplaudían y reían cuando me iba. Que el amigo que llevaba conmigo desde párvulos dejara de serlo porque decían que era mi novio. Se reían de las fotos que llevaba en el archivador, de mi ropa, de mi pelo… Recuerdo un día que mi madre me alisó el flequillo, y nos encantaba cómo me quedaba, pero con todo lo que me dijeron, me entraron ganas de raparme el pelo al 0. Las monitoras de comedor insistían en que estaba guapísimo, y que no les hiciese caso. El único momento en el que conseguía ser feliz era cuando escuchaba a Gaga. Me sentía liberado.

Sé que mi madre siempre ha querido que me relacionase con los chicos, ya que no entendía la razón por la que no lo hiciese, así que no os imagináis la de cosas que hice por ser uno más, ser igual que ellos. Me llegué a autolesionar, o escribirme cartas insultándome. No entendía el motivo por el que lo hacía, pero ahora que miro atrás lo entiendo: simplemente quería ser como ellos, quería ser normal. Odiaba el fútbol, pero jugaba para relacionarme con ellos, no obstante, me prohibieron jugar porque cuando me apuntaba, hacían que perdiera y me hacían estar en la portería de espaldas a ellos y agachado mientras hacían apuestas para ver quién me daba más fuerte con el balón.

Finalmente, el director de mi colegio y mis profesores me hicieron hablar con mis padres, y contarles todo lo que me estaba sucediendo. Me sentí fatal, ya que mis padres me avisaron de que no dijese nada, y no les hice caso. Expulsaron a varios unos días del colegio a modo de castigo y el colegio me aseguró de que tenía todo su apoyo conmigo.

Intenté suicidarme en dos ocasiones, pero no pude. Gaga me hizo ver que no había nada malo en ser diferente, en ser gay. Yo era perfecto tal y como era, había nacido de esa manera.

Creí que el último año que pasaría en ese colegio sería más ameno, pues ya había habido varios expulsados por haberme hecho la vida imposible, pero estaba muy equivocado. Se podría decir que la mayoría maduraron, y vieron que lo que habían estado haciendo era una tontería: yo era un chico de carne y hueso, igual que ellos. Pero otro grupo de chicos (qué casualidad, los únicos que suspendían todas las asignaturas) esperaban al cambio de clase para venir corriendo a reírse de mí. Tiraban bolígrafos al suelo y se agachaban tapándose el culo, gritaban mi nombre cuando llegaba con un “¡Cuidado!” y se pegaban a la pared, tapándose sus partes genitales. Imitaban mi forma de hablar, de bailar o de correr con tal de conseguir que la gente se riese de mí… Y lo terminaban consiguiendo. Llegaron a hacer hasta una pistola llamada “el mariconizador” para jugar a que me disparaban. 

Ahora, cuando pienso en esto me río, pero lo pasé realmente mal. Llegaron hasta tal punto que una amiga me rogó por favor que hablase con mi profesora, porque esto se les estaba volviendo a ir de las manos. El director vino a dar una charla, una charla que nunca se me olvidará, hablando sobre el respeto y sobre lo que me estaban haciendo, no sólo los que se metían conmigo, sino todos, por reírse de lo que me decían. Me pidieron perdón, y uno de ellos, el “cabecilla” del grupo, entre lágrimas.

Me fui para realizar bachillerato en un instituto de artes escénicas, pues mi sueño siempre fue ser actor. Gaga fue, y sigue siendo, mi mayor apoyo para que cumpla mis sueños y no los tire a la basura. Durante esos tres años me intentaron hundir diciéndome que nunca iba a llegar a nada, que tenía la cabeza llena de pájaros… Pero poco a poco, gracias a Gaga, estoy siguiendo mi sueño. Nunca se me olvidará cómo de repente, como de película, todos los chicos de mi curso me pidieron perdón por todo lo que habían hecho, y me dijeron que yo iba a llegar muy lejos, que era el mejor y que me adoraban. En ese momento me sentí confuso, pero ahora lo entiendo: adoran la fuerza que tuve. Maduraron y se dieron cuenta de todo lo que hicieron, y ahora se arrepienten, porque saben que lo que hacían era una tontería.

Cuando llegué a mi nuevo instituto, prácticamente por primera vez en mi vida, dije feliz: “por fin tengo amigos". Ahora estoy cumpliendo mi sueño estudiando en la escuela de arte dramático, escuchando a Gaga cada día y, lo más importante: Soy feliz.

Y me gustaría firmar este relato desde el anonimato, pues este es mi pasado que, aunque no quiera, a veces recuerdo con tristeza, pero a la vez soy feliz, porque veo lo fuerte que fui. Y sí, mi mayor apoyo fue Gaga, y creo que sin ella seguramente yo no estaría aquí escribiendo esto. Ella cambió mi vida y me hizo fuerte. Y ahora ya no soy aquel chico triste que se ponía una máscara. Por eso, prefiero que sepan mi presente. Ahora soy un chico muy optimista, que siempre tiene una sonrisa y lucha por sus sueños. Me encanta mi vida y todas las personas que son parte de ella, y esto no lo cambio por nada del mundo. 

Y ante todo sonríe, sólo tenemos una vida, y hay que disfrutarla al máximo.





NUESTRA RESPUESTA

Esta carta es para ti. Con mucho cariño, de parte de nuestro colaborador Santiago Antón González.
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